mardi 30 janvier 2007

Citronetas en El Mercurio de Valparaíso.

Artículo de El Mercurio de Valparaíso: Nostálgicos citroleros: mucho más que un hobby, un estilo de vida

Nostálgicos citroleros: mucho más que un hobby, un estilo de vida
Por Marcelo Rojas













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Citroneta AX 330 1978
Un raid entre Las Salinas y Concón en los relucientes vehículos es una fiesta para sus dueños, que celebran la llegada en un local de empanadas. Se juntan, conversan, pero sobre todo aman sus autos. Y es que,
¿quién no quiso alguna vez tener una citroneta?



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¿Qué tienen en común Marcos González, Jaime Bobsien, Abel Guajardo, Hernán Matamoros, Jorge Hargreaves y Carlos Mondaca? A todos ellos los une una pasión: son amantes de las citronetas. ¿Citronetas? ¿Existen aún? Claro que sí, pues este vehículo nacido en tierras galas dejó su impronta en la retina y el corazón de miles de chilenos y aún se conservan muchas joyitas. Como las que adoran estos fanáticos.
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134 y Columbia, la Citroneta fabricada por Francisco Montaner C.
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Se fueron conociendo de a poco. En el año 2002 ya existía un club de la citroneta en Viña del Mar, el cual nació de la iniciativa de un estudiante de Diseño Industrial, a quien le interesó este automóvil. Paulatinamente se fue dando forma a la actual agrupación, que cuenta con 15 socios oficiales pero se encuentra en permanente crecimiento, pues son muchos los jóvenes interesados en estas verdaderas reliquias, comenta Carlos Mondaca Matzner (28), presidente del club.

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PUNTO DE ENCUENTRO

Frecuentemente los miembros del grupo se dan cita en la recta Las Salinas a la altura de la Escuela de Armamentos de la Armada. Las "trolas", como cariñosamente las suelen llamar, se estacionan una al lado de la otra, exhibiendo su brillosa y cuidada pintura. Las hay de variados colores. Sus devotos esperan con ansias partir rumbo a Concón.
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En el lugar se aprecia que el gusto por las citronetas va más allá de las generaciones, pues encontramos tanto a jóvenes como veteranos conversando distendidamente acerca de lo que les depara la jornada.









Recta Las Salinas, Viña del Mar.

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Orgullosos y con la mirada altiva, los integrantes del club comentan las particularidades de sus regalonas. "Mi citroneta es una CX2.4 Palace y hace tres años que la tengo. La conseguí mediante un cambalache. Antes tenía un Fiat 132-2000. Yo creo que lo que me motivó a tener un auto como éste es el concepto Citroen. Este es un paraguas con ruedas: un auto que a mí me gusta mucho", cuenta el mecánico Marcos González (44).
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SOBREVIVIENTES DEL TERCER MILENIO
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Una tras otra parten rumbo a su destino. La caravana no pasa desapercibida; despierta asombro, risas y más de un recuerdo entre los automovilistas y transeúntes que hacen señas y saludos al paso de estos históricos carros que se dirigen a Concón, donde los fieles "troleros" se darán cita por primera vez en el año y programarán la agenda para el 2007.

Citroneta Azam 1968

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Para las citronetas este recorrido no representa mayor problema. Los miembros del club han llegado hasta Mendoza en ellas. Esa travesía, realizada en 2004, representa todo un orgullo para el clan, porque con el cruce de la cordillera queda demostrado que la citroneta cumple.
"El desafío de este vehículo es llegar a destino. Esta citroneta tiene 32 caballos de fuerza de fábrica, pero uno se le murió, otro se cayó…" bromea Mondaca mientras conduce orgulloso su "Miche". "Si hasta le sobra calle, parece un sapito. No hay ningún vehículo que haya sido diseñado en la década de los 30 y que siga vigente. Detrás de una citroneta hay ingenio. Es distinta para manejarla, es distinta para todo. Estos autos, a esta altura de la vida, son unos sobrevivientes", recalca Mondaca.
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La llegada a Concón se celebra en un local de venta de empanadas. Para los citroleros es una práctica habitual, una forma de socializar con sus pares y de paso una manera de alejarse de la monotonía.
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Los turistas se asombran al ver a estas joyitas estacionadas. Opinan que el "raid" es una buena idea. "Lo encuentro regio. Los autos están impecables, bonitos. A las citronetas yo las conozco por ser 'carne de perro'. Llegaban a todas partes" comenta Sonia Nieto.
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DIARIOS DE CITRONETA
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No son pocas las historias que se esconden tras estos sencillos automóviles. Hernán Matamoros (60): "Un compañero mío me la bautizó como 'La Vedette'. La mía es una Citroen AX 330 del año 73 y la tengo desde el año 80. La encontré en buen estado. Yo con ella he viajado a muchas partes, incluso al sur del país. Lo bueno de tener una citroneta es que en la ruta siempre me ofrecen ayuda cuando tengo un problema. Todo es solidaridad cuando ando en ella".



"Yo quería comprarme una citroneta, pero el dueño de la que quería me tramitó como un año. Como él no tenía tiempo para repararla, accedió finalmente a vendérmela con la condición de que tenía que cuidarla", cuenta Jaime Bobsien (40) que relata cómo adquirió su citroneta "Diana".

Jaime Bobsien y Dyane 82

Una historia emotiva y singular tiene como protagonista al presidente de la comunidad "citrolera". Corría el 2005 cuando se realizó un encuentro a nivel nacional y había una persona preocupada porque no empezaba la cita. Mondaca lo invitó a almorzar a su casa, intercambiaron algunos repuestos y se hicieron amigos. "Repentinamente él falleció. Tenía un hijo y yo no lo conocía. Un día fui a su casa, me preguntó el nombre y dijo que tenía un papel para mí". En el documento quedaba expresamente establecido que él se debía hacer cargo de una Citroen AX 330 modificada. Mondaca se siente orgulloso de haber sido depositario del mayor gesto de confianza que puede entregar un citrolero de corazón.
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¿VEJESTORIOS O PIEZAS COLECCIÓN?
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Ciertamente para los miembros del club de citronetas es un placer y un lujo tener estas máquinas en pleno funcionamiento, pues creen que junto con practicar su hobby -el cual para ellos adquiere ribetes de estilo de vida- realizan un servicio a la comunidad, debido a que embellecen el paisaje y le otorgan un aire pintoresco a la ciudad.

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Lamentablemente, en la legislación chilena no se estipula ningún permiso especial para aquellos que tengan en su poder un vehículo de colección, lo que dificulta aún más la tarea de restauración puesto que deben pasar las mismas pruebas de revisión técnica a las que se someten los automóviles convencionales. "En algún momento deberíamos tener algún tipo de facilidad por poseer un auto de colección. Por ejemplo, en Argentina, ellos tienen un permiso especial que les posibilita la libre circulación", declara Mondaca.

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El constante ajetreo que impone el mundo globalizado, sumado a la fuerte competitividad, ha afectado la identidad del chileno. Esta es una realidad social que nadie puede negar y que sin lugar a dudas ha generado nuevas formas de socialización. De esta manera, los "citroleros" se reconocen como parte de una tribu urbana, puesto que es en su espacio compartido donde reconocen una nueva forma de concebir la vida, una interpretación y un escape a toda rutina y además una enseñanza diaria.
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"Nuestra cultura es desechable. Con el nivel de apertura que hemos alcanzado como país se ha perdido nuestra identidad. Yo con mi citroneta he aprendido a ver la vida de otra forma, he aprendido a apreciar la belleza del paisaje que me rodea y a andar en la vida con más calma" reflexiona el presidente del club de citronetas de Viña del Mar.
Concluye la jornada de los amigos del club. La reunión es considerada todo un éxito. Se despiden afectuosamente con la promesa de volver a juntarse y disfrutar de un buen momento. Así queda inscrito en los recuerdos del grupo una nueva experiencia gracias a una particular presencia: la citroneta. Embajadora del pasado en las vidas de estos nostálgicos chilenos y de muchos más que aún la lloran.

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